viernes, 25 de julio de 2008



Permitirme este homenaje a dos mujeres de la clase obrera. Trinidad Gallego y Soledad Real.
Dos luchadoras a las cuales ni las torturas ni los largos años de cárcel hicieron tambalear su creencia en un mundo mejor.

Ellas son ejemplo de dignidad, en sus encogidas figuras existe más amor y más ternura del que se puede abarcar. No son, nadie se equivoque, ejemplo de entrañables abuelitas, son mujeres de acero con mirada traviesa y una alegría desbordante.

Sole murió hace año y medio, pero no se olvida su lucha y ayudaremos a que se difunda arrebatándola de la desmemoria. Trini nos acompaña, nos dice desde su experiencia que el mundo cambiará. Yo la creo.

Dignas son de las palabras de Julios Fucik:
“Y lo repito una vez más: hemos vivido por la alegría, por la alegría hemos ido al combate y por la alegría morimos. Que la tristeza no sea unida nunca a nuestros nombres.

miércoles, 9 de julio de 2008


DE LO INDIVIDUAL Y LO COLECTIVO

Parece curioso que desde mi individualidad vaya a defender lo colectivo, pero solo lo parece. Pensemos, aunque no esté de moda.

Que nuestra formación humana va ligada al colectivo social que nos rodea es una verdad difícil de negar, incluso para los más extremos tertulianos de la COPE, a los que Dios tenga confundidos muchos años. Por ese motivo somos el producto de lo que nos envuelve y, generalmente, actuamos en consonancia a lo que se espera de nosotros. He dicho generalmente por que a veces, y como un Obama cualquiera, nos decimos “sí, se puede” y entonces saltamos la valla como si voláramos y descubrimos que, aunque todo tiene su precio, poder, lo que se dice poder, se puede.

En cualquier caso, esa sería una decisión individual que descolocaría de mala manera al colectivo, fundamentalmente por que son decisiones que atacan su manera de ver las cosas e incluso, si largo me lo fiáis, su propia idiosincrasia o mejor dicho, la idiosincrasia del sector dominante de turno.

Pero a lo que íbamos, que no es otra cosa que la idea de que el colectivo social marca nuestras formas de actuar. Pero no desesperemos, eso no es negativo de por sí, como tanto nos insisten los falsos progresistas y alternativos del mal vivir, que en esto se alinean con los neo liberales y ejecutivos agresivos. Lo colectivo tiene, simplificándolo, muchas ventajas ya que es difícil la convivencia de tantos millones de criaturas sin unas normas de respeto hacia el prójimo o prójima y el avance del bienestar sería infinitamente más lento.

Aclarado este punto si que podemos hablar de cómo se organizan los colectivos. Algunas veces, las menos, de forma democrática y en otras ocasiones te organizan a la fuerza, véase dictaduras varias y FMI . Vamos a entrar en la primera ya que en la segunda opción solo queda una salida, el enfrentamiento y éste sería otro debate. En la organización democrática de las sociedades las personas, agrupadas por sus intereses, eligen a miembros y miembras para que defiendan sus posturas hacia el exterior y para que organicen el propio colectivo de forma que se rentabilice el esfuerzo de todos/as en la unión por conseguir unos objetivos.

Un ejemplo en nombre propio: dentro del mundo en que vivo, tengo la inmensa fortuna de pertenecer a un colectivo de hombres y mujeres que luchan por cambiar el sistema, gente a la que ya les parece bien lo colectivo pero con un reparto, en todos los ámbitos más equitativo, más justo. Personas que creen que juntos, se avanza más y más rápido y que ese avance no se traduce en más posesiones, más trabajo y más angustia, si no en más reparto, más ocio y más felicidad.

Ésta es mi gente. Bueno, pues este colectivo ha ido, también, forjando mi personalidad y la personalidad de quienes lo forman hace tiempo y nos ha enseñado el valor y alcance de la unidad en el trabajo. Soy, por que pertenezco a él, optimista y persistente. Me gusta y estoy en él por que las decisiones son colectivas y no individuales, por que nos organizamos y elegimos a nuestros representantes para que defiendan las ideas de la mayoría y nunca al revés y por que, cuando la tentación individualista se materializa en nuestro seno - lo cual siempre es posible -, no deja de ser una deformación transitoria, una anomalía a subsanar y nunca un ejemplo a seguir.
Creer en lo colectivo entonces significa tener derecho a elegir y reclamar que las decisiones sean colectivas, lo más horizontales y lo más contrastadas posible de tal manera que no se conviertan en el capricho o deseo de uno o unos pocos poseedores de la verdad.

Lo colectivo como forma de ser mejores personas individualmente. Sin tentaciones “ilustradas”, sin mesianismos, con la seguridad de que todos y todas tendremos más posibilidades. La luz no es luz si solo ilumina a una persona.

Quede claro, lo colectivo no excluye al individuo, no lo ningunea. Lo hace más fuerte.
Luchar contra la tentación totalitaria ha de ser nuestro objetivo. No aceptar, bajo ningún concepto, que aquellos a los que hemos elegido se endiosen y estén por encima de nuestros estamentos de representación y por lo tanto no dirijan colectivamente a quienes representan. En la historia tenemos demasiados ejemplos.

Ser individuos libres en lo colectivo. No es una contradicción, es una meta.

jueves, 3 de julio de 2008

APRENDICES DE BULLEJOS




Es curioso todo lo que pasa en torno a la República.

Algunos, absolutamente descolgados de la realidad, de la cotidianidad, hacen bandera de una hipotética tercera república. Es su manera de no quedar descolgados de un tren que avanza a toda velocidad. Es montarse un chiringuito para incidir, aunque sea poco, entre las buenas e ingenuas almas de izquierda. La república como prioridad absoluta para un pueblo que no puede pagar las hipotecas, que se suma al paro, que saltan, de precario en precario, de la pobreza a la supervivencia. Es, cuando poco, una extraña prioridad.

Otros, insignes mentes preclaras del socialismo actual, argumentan que se deben defender los valores republicanos, pero eso no quiere decir que se deba defender la república y en último caso, dado que no es una prioridad, para que preocuparse ahora. Lo que toca, en los tiempos que corren, es observar amorosamente a la socialdemocracia y otros inventos, presuntamente transformadores, a los cuales no les preocupa la república entre otras cosas, por que cohabitan perfectamente con las monarquías. Geniales, alucinantes.

Y estamos, por último, los que sabemos que la república no es una prioridad pero que se debe ir trabajando para que nuestros vecinos y vecinas asuman que es la menos mala de las formas de gobernarnos. Los que sabemos que de aquellos y aquellas que nos precedieron en la lucha por un mundo mejor, miles cayeron defendiéndola y miles pasaron tristes y penosos años de prisión. Por eso es preciso trabajar por la república, por eso la militancia de la izquierda, REALMENTE transformadora, debe tenerla en su agenda.

Cuidadin, camaradas, a la que nos descuidemos algunos dirigentes nos pueden colocar a la monarquía como un mal menor e introducir que es posible una republica coronada o lo que es igual, teorizar, como un Bullejos actualizado, que debemos estar en contra de la república por obsoleta, desfasada y anacrónica. Tremenda barbaridad.

No es nostalgia, camaradas, es ideología. Salud y República.