jueves, 7 de enero de 2010




Se acerca el Congreso del Partido y es una gran noticia.

Y lo es porque ha de significar la renovación, el rejuvenecimiento. Porque ha de marcar las líneas políticas generales de las y los comunistas para los próximos cuatro años.

Lo es porque tenemos la posibilidad de reconducir el Partido en lo organizativo, para que las decisiones se tomen de nuevo de manera colectiva y el trabajo también se lleve a cabo de forma colectiva.

Aunque se tenga razón en los planteamientos, si las decisiones no son colectivas se terminan convirtiendo en puras arbitrariedades y se paga con la invisibilidad social y el desconcierto organizativo partidario.

Frecuentemente se producen avisos para navegantes y a mí me gustaría emitir hoy uno, claro, directo y firmado. No se trata de cambiar, únicamente, el secretario general, ni algunas responsabilidades, no se trata de cambiarlos por otros para seguir haciendo lo mismo en el plano organizativo y partidario. Se trata de elegir una dirección que encabezada por su Secretario General trabaje codo con codo, creando un equipo de trabajo que recoloque las cosas equivocadas y aquellas que eran acertadas (que hay muchas) darles impulso.

Nuestra línea política puede ser muy buena pero si no se sabe concretar servirá de bien poco.

También deberemos tener cuidado con las tentaciones de hegemonía que personas o colectivos puedan querer desarrollar para que el conjunto del Partido se convierta en su correa de transmisión y no al revés como dicta el sentido común y el marxismo-leninismo.

Todos y todas las que trabajamos representando de una manera u otra al Partido entre los y las trabajadoras debemos ser conscientes de que debemos llevar a los frentes en los que militamos la política aprobada en el Congreso y en el Comité Central. Es lo de siempre y como siempre, y es muy simple: lo coyuntural no puede decidir la estrategia del Partido.

Deberemos, a mi entender, hacer un gran trabajo para que el próximo C.C. no se conforme con tener un par de federaciones grandes -ya que nos organizamos por actividad humana-, y el resto balbuceantes y sin medios. Debemos hacer una discriminación positiva tanto en la representatividad de las pequeñas federaciones en el C.C. como en el apoyo posterior, primando su consolidación y crecimiento, teniendo una perspectiva global del proyecto en los órganos de dirección.

No es inventarse nada nuevo, es aplicar mayor esfuerzo y eficacia donde es más necesario, sin debilitar a otras organizaciones del Partido. En concreto hay que dar más prioridad a la Juventud Comunista, al Movimiento Popular, al de Solidaridad Internacional, temas de igualdad y lucha feminista y al de Cultura, obviamente sin descuidar nuestro trabajo en el Movimiento Obrero y en el Movimiento Unitario, por supuesto.

Miedo me dan los juegos de representatividad pura y dura ya que es conocida la triste tendencia, no necesariamente de nuestro partido, de actuar únicamente sobre el sector en el que un@ trabaja y el resto que espabile solito y si molesta, pues nada, se le condena al ostracismo hasta que abandonen la lucha por inanición, como si ésta no fuera parte del Partido. La suerte que tenemos es que las y los camaradas somos muy tercos y persistentes. No por capricho, sino por convencimiento en que nuestro Partido es un partido revolucionario y transformador.

Felicidades por el Congreso y no temamos discutir, la discusión es necesaria para avanzar. Que nadie se asuste de la discrepancia que ésta no quiere decir división, al contrario, la discrepancia tiene que plasmarse en unidad de acción, aún con formas y ritmos diferentes. Todas y todos tenemos cosas que aportar. Como siempre decimos: nadie sobra, todas y todos hacemos falta.

Buen trabajo y alegría en la bandera.