lunes, 14 de septiembre de 2009

CONTRA LOS MOLINOS



Después de un tiempo de silencio en este blog (yo no me callo ni debajo del agua) retomo la palabra escrita. Por que también creo que es hora de decir, nuevamente, que ya está bien, que todo ésto es muy cansado. Que no me asustan tanto los peleles ególatras como la comparsa de lacayos y lechuguinos que les acompañan. Siempre.

Proteger prebendas y sueldos es el eco sordo que queda en mis oídos cuando les oigo hablar. Se asustan ante la pluralidad necesaria, se desgañitan ante la discrepancia y tiene halitosis debido a todo lo que tienen que tragar.

Las mentiras tienen siempre un tiempo.

No me engaño, de mí se esperaría un mensaje en positivo, una critica constructiva. Lo haré, pero será más adelante, cuando el enfado no acompañe a mis dedos y a mi boca.
No son extraños o enemigos los que me provocan este acostumbrado estupor. Son parte de mi familia, mi gente.

Luego están los silenciosos, los que enfadados y enfadadas conceden ante la certidumbre de que su inmolación en la palestra no servirá de nada. Un poquito de por favor. No me enfadan pero me entristecen los timoratos, los cautos, aquellos que miden su tiempo como si les quedara mucho.

No estoy en este mundo para asentir a lo búlgaro ante los y las que están destinados a cambiarlo. Equivocarse es de humano, lo que es de idiotas es quedarse sentado tragando cada tontería como piedra de molino. Pero de eso se trata. Llenar el papel con lo que sea. Crear documentos indocumentados. Total, a estas alturas ya se es consciente de que el trabajo de desgaste se ha llevado a término con notable éxito. Casi nadie los lee pero todos asienten, moviendo la cabeza en una afirmación silenciosa, como si realmente entendieran una mierda.

Podría ser cómico si no fuera tan doloroso. Decía Quijote: Válgame dios!! que si la cólera me dejara, me reiría.

No me río. No.

Me ha llegado este otro escrito (gracias Toni) que a diferencia de lo que últimamente ha pasado por mis manos, me parece cercano. La verdad es que creo que tampoco dispongo de tanto tiempo, lo cual no me lleva a la apatía o a la inacción, si no muy al contrario, la intuición de que no dispongo de mucho me anima a dejar el silencio a un lado y decir muy clarito, como oí hace muy poco: No es això, compayns, no es això.


EL VALIOSO TIEMPO DE LOS MADUROS.

Mensaje de Mario de Andrade
(Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño)

“Conté mis años y descubrí,
que tengo menos tiempo
para vivir de aquí en adelante,
que el que viví hasta ahora....



Me siento como aquel chico
que ganó un paquete de golosinas:
las primeras las comió con agrado,
pero, cuando percibió que quedaban pocas,
comenzó a saborearlas profundamente..



Ya no tengo tiempo para reuniones interminables,
donde se discuten estatutos, normas, procedimientos
y reglamentos internos,
sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas
que, a pesar de su edad cronológica,
no han crecido.



Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones
donde desfilan egos inflados.
No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos,
que tratan de desacreditar a los más capaces,
para apropiarse de sus lugares,
talentos y logros.



Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera
la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos,
apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.



Quiero la esencia,
mi alma tiene prisa...
Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado
de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca,
con sus triunfos.



Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad
y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente,
que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida,
le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí… tengo prisa…
por vivir con la intensidad,
que sólo la madurez puede dar.



Pretendo no desperdiciar
parte alguna de las golosinas que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitas,
que las que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz
con mis seres queridos
y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma,
porque de cualquier manera llegarás..."